COLECTIVO DE ARTISTA DIGITALES PK

jueves, 11 de diciembre de 2008

Bodas de Sangre. Homenaje a F. García Lorca



En esa tierra de venas secas brotan frutos maduros de sangre.
Ella es navaja como la luna. Él es león, él es caballo, él es el pecho descubierto que se rompe contra el filo de su amada. Sus lenguas son de noche y humo. Se aman, se lamen, se hieren, se pudren.
Y sangran y sangran. Y gotas de fuego y oscuridad mojan la Tierra, despiertan su sed y su ira; quiere maquinar la perdición de los amantes. Pero sola no puede, ella no tiene ojos, ella sólo tiene fauces, por eso invoca a la Luna y la dice: “En el lomo del monte llevo clavados frutos maduros de sangre”. Y la Luna, alimaña de plata, que se calienta con la lujuria más roja, contesta: “Llegará un día en que yo alumbre muertes en el valle. Mientras tanto, deja que te hundan en las entrañas sus raíces negras, que yo clavaré el pecho de Leonardo a la cadera de Ella para que cuando se hagan Tres no puedan eludir su condena”. Tres. Ese es el número que sella tragedias y que pronto aparece vestido de verde olivo.



Es el Novio, que tiene cabeza de amigo y cuerpo de cortijo. Alza su mano y coge la de Ella, navaja de luna. Va a haber casamiento. Los hombres agarran del pescuezo a las guitarras para que escupan su tintineo, y taconean con sus pechos turgentes las doncellas sobre charcos de vino tinto. El Novio empuña por el talle a su amada, que es daga de plata, pero Ella, con lágrimas de fuego en el vientre, se suelta de la amarra. Ella quiere huir de Leonardo, pero no puede, no sabe que una alimaña ha clavado sus destinos, no sabe que la navaja vive para matar y mire donde mire siempre hiere. Monta en el caballo y se escapa con Leonardo.



La Luna ya emerge, con sonrisa viscosa. El Novio, la familia,
el pueblo, el mundo abre el aguijón del odio y se echa al monte.
“La oscuridad los cobija”, se lamenta el Novio. Y los ojos fríos como el metal de una mendiga, susurran: “He visto frutos maduros de sangre en el valle”. El despechado corre al valle y la Tierra, sedienta, hace cuesta abajo la subida.



Llega pero no ve; sólo se oye su respiración desbocada. Es ahora cuando la Luna descubre a Leonardo con su beso de plata. Hay baile de navajas en la noche; el duelo de dos hombres en el monte. La Tierra abre sus fauces y se preña con sangre y sangre. Ella llora sobre su amor partido en dos hombres.



Ya solas en la llanura, la alimaña, ahora roja, se enamora de Ella. Ella se vuelve, serena, y la grita: “¡Tú también estás condenada!”. La bestia se araña, rabiosa. Y esa sangre de Luna la quema a Ella y mancilla por siempre su cara.





No hay comentarios:

Publicar un comentario

COLECTIVO DE ARTISTA DIGITALES PK